A Abel Rodríguez Céspedes lo debemos recordar por lo que fue: un gran maestro. No Solo por su formación académica y profesional, sino por el desarrollo de su historia de vida. Fue un gran ser humano, un gran compañero, un constructor de democracia. La ciudad y el país fueron marcados por la vida de este luchador incansable por la educación pública y un edificador de las ideas de paz. El legado del maestro de maestros, Abel Rodríguez, ha quedado en la historia y será preservado y protegido por las miles de personas que vivieron, lucharon y aprendieron a su lado. ¡Maestro, muchas gracias por su vida!