¡Para los maestros y maestras mi admiración y mi respeto, feliz día colegas! La lucha del magisterio colombiano es un ejemplo de tesón, amor y compromiso. Las batallas de los maestros siempre han tenido como punto de partida la educación como un derecho y eso habla de un trabajo por la vida y la prosperidad.

La profesión docente no obstante ha tenido muchas dificultades en su reconocimiento y en su rol preponderante hacia la sociedad como constructora de sueños y generadora de realidades. No ha sido para nada fácil el esfuerzo que maestros y maestras han sorteado para poder demostrar la importancia de la educación, que hoy en día le dan los países más desarrollados. ¡Para los maestros y maestras mi admiración y mi respeto, feliz día colegas!

Las cifras de la educación en Bogotá nos muestran un avance cuantitativo y cualitativo en muchos aspectos, pero nos falta un gran camino por recorrer, por ello lejos de sentirnos satisfechos y en mi condición de Concejal de la ciudad he emprendido una tarea constante para que esas luchas tengan un sustento normativo y se conviertan en patrimonio de nuestros educandos y de toda la comunidad educativa.

Los proyectos que he defendido en materia educativa y se han convertido en acuerdos de Bogotá fueron el “Observatorio de Convivencia Escolar” y el “Servicio de apoyo pedagógico escolar para niños, niñas y jóvenes hospitalizados e incapacitados”. Igualmente debo recalcar que cursan proyectos de crucial importancia para la educación en Bogotá y que bien pueden ser replicados en todo el país como “Acceso progresivo al Preescolar de tres grados” “Utilización de espacios escolares en jornadas extraescolares” “Año Sabático para docentes y docentes directivos” “Creación de equipos interdisciplinarios de orientación escolar” los cuales espero se conviertan en acuerdos de la ciudad para engrandecer el quehacer docente de la capital.

Hoy de cara al Plan de Desarrollo he insistido en la deuda que tiene la ciudad con la educación y los educandos, para llegar a una cobertura universal, gratuita y de calidad desde el preescolar de tres grados hasta la educación superior, por ello vincular más docentes que cubran la totalidad de los estudiantes que por parámetro o por estar fuera del sistema debe ser una prioridad del Distrito Capital y con ello un mejoramiento cualitativo y mejora salarial que reivindique la profesión más hermosa del mundo. A 2012 un docente del Decreto 2277 de 1979 lo máximo a que puede aspirar salarialmente después de 20 años de servicio, pregrado, posgrado, escribir un obra literaria y desarrollar actualizaciones convertibles en créditos es de $2.546.872.

La situación de los docentes del decreto 1278 de 2001 es mucho más compleja, dado que para acceder a una escala salarial además de estudios y tiempo requieren un examen de evaluación que debe ser pasado con 80%, ello dificulta el ascenso, por eso en la actualidad estos docentes en una enorme mayoría devengan $1,287.704 pesos que es el mismo salario de ingreso de un licenciado a la categoría 2 A del estatuto 1278 en comento, situación que no se compadece con su preparación profesional y su esfuerzo personal, salario que puede permanecer vigente por tiempo indefinido.

De otra parte la jornada única plantea un reto hoy para la educación, se requieren más docentes y mejor remunerados eso sin mencionar la cantidad de infraestructuras que se deben construir, esto debe estar acompañado de “voluntad política” para que por fin el Estado se siente a pensar a discutir y concertar con la Federación Colombiana de Educadores el “Estatuto Único de la Profesión Docente” como punto de partida, de un instrumento equitativo e integral que de oportunidades a los y las docentes de tener un futuro deseable y digno para hacer de la educación una herramienta de construcción de patria.