La guerra en Colombia no solo ha sido un instrumento de dominación y sometimiento, mediante la amenaza permanente, la zozobra, el desplazamiento, la desaparición forzada, la tortura y la muerte; sino también, la danza de los billones transformados en armas y acciones de guerra que han crecido por décadas, dejando una estela de muertos y privando al Estado de los recursos necesarios para resolver los problemas en los sectores más pobres de la población colombiana, donde se cuentan por millones las víctimas de un conflicto que algunos, ¡oh paradoja!, quieren eternizar.