El COVID-19 nos obliga a repensar nuestra relación con la vida en este planeta
El confinamiento, como medida para enfrentar al COVID-19, ha evidenciado el impacto de nuestro estilo de vida en los ecosistemas. Que esta sea una oportunidad para reflexionar y cambiar nuestros hábitos.
La pandemia, originada por el Covid-19, nos ha dado una gran lección respecto a la relación que tenemos con los demás seres que habitan este planeta. La destrucción de los ecosistemas, principalmente por la ampliación de la frontera agrícola y de los asentamientos humanos, lleva a que cada vez sean más frecuentes los encuentros entre animales silvestres y las personas. Aunque se desconoce su origen, una de las teorías afirma que en el sudeste asiático, dónde se ha perdido cerca del 30% de la superficie forestal, se propició una interacción más cercana con los murciélagos, quienes son el grupo de mamíferos que alojan un mayor número de coronavirus, y de allí se transmitió a los humanos en lo que conocemos como una zoonosis.
Sus efectos devastadores se conocen en la teoría del caos como el “efecto mariposa”, comúnmente atribuido a la afirmación que “una mariposa aleteando hoy en Pekín puede originar una tormenta en Nueva York el mes que viene”. Esto quiere decir que, cambios minúsculos en el estado inicial del sistema conducirán con el tiempo a consecuencias a gran escala (Fritjof Capra, 2003). Estamos rompiendo el equilibrio de los ecosistemas, por ello, los sometemos a una situación caótica en la que finalmente se autoorganizan y regulan. Esta pandemia nos demuestra que la naturaleza se caracteriza por la no linealidad de sus fenómenos y que aún no podemos predecir sus consecuencias.
Lo único que hemos podido observar en el corto plazo son los efectos positivos que el confinamiento humano ha traído sobre el ambiente. Detener actividades cotidianas demostró una reducción considerable en las emisiones de carbono, al igual que las concentraciones de dióxido de nitrógeno, gases de efecto invernadero que propician el calentamiento global, emitidos a gran escala por China y Estados Unidos. Otro de los efectos que se han evidenciado en estos días, es la presencia de fauna silvestre al interior o en cercanía de las ciudades, lo que demuestra, una vez más, que nosotros invadimos sus espacios y que no nos desarrollamos de manera sostenible y en sintonía con los demás seres que viven en el planeta.
Una vez pase esta emergencia, se espera el reinicio de las economías, trayendo consigo nuevamente un incremento en los niveles de contaminación, que podría ser aún peor a los que experimentábamos. Muchos han mostrado la similitud entre el coronavirus y el cambio climático. La historia nos ha demostrado que solamente cuando, como sociedad, nos enfrentamos a problemas ambientales que ponen en riesgo nuestra supervivencia, es que tomamos medidas para controlarlos, antes no hacemos nada para evitar que sucedan.