Los indicadores en temas ambientales para la ciudad de Bogotá, fueron evaluados en el Informe de Calidad de Vida en Bogotá 2017 bajo ciertos parámetros bióticos y abióticos que tienen incidencia directa en la calidad de vida de sus habitantes. En el ejercicio de control político efectuado por el Concejal Celio Nieves Herrera del Partido Polo Democrático Alternativo, se han denunciado algunas problemáticas ambientales que coinciden con los factores de calidad presentados en este informe.

Respecto a la calidad del aire, se reitera que los resultados de la Red de Monitoreo de Calidad de Aire de Bogotá RMCAB siguen mostrando que las concentraciones de material particulado PM10 para el año 2017 superaron el límite establecido en la Resolución 2254 de 2017 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en las estaciones de Carvajal – Sevillana y Kennedy localizadas al sur occidente de la ciudad. Algo similar sucede con el material particulado PM2.5 en estas mismas estaciones, a las que se sumó la estación San Cristóbal con un aumento en la concentración de estas partículas ultra finas durante el 2017.

Datos que además fueron corroborados en el Informe del Estado de la Calidad del Aire en Colombia 2017 realizado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), donde se afirma que estas estaciones en Bogotá reportan el promedio anual más elevado entre todos los sitios de monitoreo de la calidad del aire en Colombia, superando entre tres y cuatro veces los niveles máximos recomendados por Organización Mundial de la Salud (OMS) y lo que genera un gran riesgo para la salud de los bogotanos pues estas partículas incrementan la mortalidad por enfermedades cardiorrespiratorias y por cáncer de pulmón, entre otras.

Como lo ha denunciado públicamente el Concejal Nieves Herrera, el 80% del total de las emisiones de material particulado proviene de vehículos que funcionan con motores diesel, entre ellos, el transporte de carga, especial, público colectivo, SITP y Transmilenio. Vehículos que también son responsables del 65% de las emisiones de dióxido de azufre (SO2), contaminante que presentó un aumento considerable en sus concentraciones para 2017.

Mediante el índice de calidad hídrica se monitorean las cuatro cuencas principales de la ciudad, Torca, Salitre, Fucha y Tunjuelo. Aunque ninguna muestra una calidad pobre, vale la pena mencionar que a lo largo de su recorrido los ríos Fucha y Tunjuelo van disminuyendo su calidad que termina siendo marginal en el tramo bajo de sus recorridos.  De acuerdo con el Informe de Calidad de Vida 2017, algunos parámetros que incrementaron sus concentraciones son los sólidos suspendidos totales (SST) principalmente en el río Tunjuelo que aumentó un 241% entre 2016 y 2017, además la demanda biológica de oxígeno (DBO) que se relaciona con la presencia de aguas residuales con materia orgánica de origen doméstico creció en las cuencas Tunjuelo, Fucha y Salitre. Teniendo en cuenta que las cuencas del Fucha y del Tunjuelo son las más contaminadas, y que aún no se ha construido la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas, pues estos ríos vierten sus descargas directamente y sin tratamiento al río Bogotá, preocupa que el daño ambiental se siga prolongando y que los habitantes de los municipios localizados en la cuenca baja sean quienes tengan que enfrentarse al pasivo ambiental que produce la contaminación.

El arbolado urbano, es otro tema de relevancia que incide directamente en el mejoramiento de la calidad de vida de los bogotanos. En el informe se menciona que durante 2017 el número de árboles por cada 100.000 habitantes se redujo, pese a que aumentó la siembra de nuevos árboles no es suficiente para suplir el déficit que presenta la ciudad. La OMS recomienda que para respirar mejor en las urbes se necesita un árbol por cada tres habitantes, mientras que nosotros contamos tan solo con uno por cada 6,6 habitantes. Otro aspecto que preocupa es la reciente tala indiscriminada de árboles sanos que el Jardín Botánico ha  justificado con la implementación de nuevos diseños paisajísticos. 

Recientemente el Concejal Celio Nieves Herrera efectuó un debate de control político respecto al arbolado donde se mostraron varios ejemplos de las talas sistemáticas que se han hecho en diversos sectores de la ciudad, relacionadas con la construcción de obras civiles como ciclorutas, calles y avenidas,  además de la eliminación por concepto de renovación de árboles en andenes y parques.  En este debate también se evidencio una  disminución en la cobertura arbórea según datos publicados en el Observatorio Ambiental de Bogotá (OAB) pasó de 1.053 hectáreas en el año 2011 a 1.009 hectáreas en 2017, esto indica el gran impacto que genera la eliminación del arbolado maduro pues los servicios ecosistémicos que prestan estos individuos no se suplen inmediatamente con la siembra de nuevos árboles, solo muchos años después hasta que los jóvenes crezcan. Un indicador preocupante es el número de árboles por habitante, que es deficitario en la localidad  Bosa, seguida por Kennedy, Fontibón, Engativá, Barrios Unidos, Los Mártires, Antonio Nariño y Ciudad Bolívar, recordemos que algunas de ellas corresponden a los sitios con mayor contaminación del aire (principalmente material particulado), lo que demuestra la necesidad apremiante de sembrar árboles masivamente en estas zonas de la ciudad.

El manejo de los residuos sólidos también representa un problema para la ciudad, entre los años 2016 y 2017 se incrementaron en 2% las toneladas dispuestas en el Relleno Sanitario Doña Juana, en contravía del reporte sobre el incremento del reciclaje en 5%, pues se esperaría que a mayor reciclaje menor sea la disposición final de residuos en el relleno. Igualmente aumentaron las toneladas de escombros  contaminados con otros residuos sólidos convencionales (o residuos mixtos) que llegaron a Doña Juana, en 2016 fueron 185.579 toneladas y en 2017 fueron 211.550 toneladas. Esto muestra el claro interés que ha manifestado la administración de Peñalosa en cuanto a la extensión de la vida útil del relleno, con la adjudicación del nuevo esquema de aseo y pese a la culminación de la Licencia Ambiental en el primer trimestre del año 2022, no ha dado señales en cuanto a la implementación de un modelo sostenible que reduzca los impactos ambientales y a la salud que han soportado durante años los habitantes de las Localidades de Usme y Ciudad Bolívar.

En términos generales, estos son los indicadores de calidad ambiental que según el informe presentado por Bogotá Cómo Vamos, los problemas ambientales de nuestra ciudad se han  incrementado, en algunos casos son insostenibles y de gran magnitud, demostrando que Peñalosa sigue siendo un depredador del ambiente.