Los ríos Teusacá y Chicú son ecosistemas no canales
Como parte de las obras complementarias de la denominada “recuperación ambiental” del Río Bogotá, desarrolladas por la Corporación Autónoma de Cundinamarca – CAR -, se adelantan trabajos para la ampliación de la capacidad hidráulica de algunos de los ríos que hacen parte de su cuenca, como el Teusacá y el Chicú. Si bien estos ríos requieren ser intervenidos con el ánimo de evitar futuras emergencias por desbordamiento, como las ocurridas a mediados del año 2011, no se justifican obras que desvirtúen la concepción misma de los ríos como ecosistemas para transformarlos en canales.
No en vano, durante los últimos meses han sido múltiples las manifestaciones de rechazo por parte de diversos sectores ambientalistas y ciudadanos respecto a las obras efectuadas por la CAR. Se han publicado imágenes dramáticas y videos donde se advierten los impactos negativos producidos por el dragado con maquinaria pesada, como retroexcavadoras, y el levantamiento de la cobertura vegetal, incluyendo árboles, para la conformación de taludes. A esto se suma una compensación ambiental que no se está efectuando directamente en las rondas afectadas, sino en otros sectores de la misma jurisdicción CAR, lo que indica un claro enfoque en la recuperación hidráulica pero no ecológica desde un punto de vista integral.
Es lamentable que en plena emergencia derivada del cambio climático todavía estemos pensando de una forma similar a lo que ocurría a finales del siglo XIX, cuando los ríos bogotanos comenzaron a ser canalizados y cubiertos para resolver un problema sanitario; ahora los dragamos para resolver un problema hidráulico, pero ¿cuándo los vamos a intervenir para resolver un problema ecosistémico? Nuestros ríos son más que simples corrientes de agua, son sistemas altamente complejos y diversos que, para cumplir su función, necesitan recuperar el equilibrio en todos sus componentes, es decir, físicos, químicos y bióticos, sin dejar de lado los sociales y culturales.
La adecuación hidráulica aumenta la velocidad de las corrientes y con ello incrementa la oxigenación de las aguas mejorando parámetros como la DBO (demando biológica de oxígeno) y la DQO (demanda bioquímica de oxígeno) relacionadas con la contaminación. No obstante, los ríos son ecosistemas lóticos que cuentan con constantes flujos de materia y energía con el entorno que los rodea, además intercambian nutrientes constantemente con sus áreas de inundación natural de la misma forma en que lo hacen con la vegetación que se extiende a lo largo de sus cauces. La remoción de sedimentos mediante un dragado agresivo hace que se pierdan algunos de los elementos constitutivos de sus lechos que brindan hábitats para el establecimiento de algas y macrófitas, además de ciertos organismos como los macroinvertebrados bentónicos que son bioindicadores de la calidad de sus aguas. La homogenización de cauces no es recomendable debido a que con la eliminación de hábitats se puede modificar completamente la composición de comunidades de organismos.
Es relevante mencionar que el río Teusacá se extiende a lo largo de 69 kilómetros, se encuentra localizado en inmediaciones de los municipios de Tocancipá, Sopó, Guasca, La Calera, además de las localidades Chapinero y Santafé en el Distrito Capital. La obra en cuestión consiste en una fase IV, pues este proceso ya se ha ejecutado en otros sectores del cauce desde 2016, se trata de la adecuación hidráulica de un tramo localizado en jurisdicción de La Calera en un tramo que comprende de 11,7 km con un volumen de remoción de sedimentos de 256.810 m3, con un costo de $4,735,148,813. Por su parte, el río Chicú comprende principalmente los municipios de Tabio, Cota y Tenjo, con una longitud de 26,3 kilómetros, en él se desarrolla la fase II del proceso de ampliación de la capacidad hidráulica por la suma de $2,199,864,988.
Ante estas desastrosas obras, es evidente que los intereses de la CAR se enfocan en obras de ingeniería duras y grises mandadas a recoger. En este momento deben prevalecer las medidas de protección contra inundaciones basadas en la naturaleza o adaptación basada en los ecosistemas, que sirve para incrementar la resiliencia y permite la adaptación sostenible. Nos sumamos a las numerosas voces que reclaman la intervención urgente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Procuraduría General de la Nación para que este ecocidio se detenga y no se replique en otros ríos.